lunes, 20 de febrero de 2012

20.Septiembre.2012


A la salida del colegio me llamó mi madre, se iba al hospital y me preguntaba si quería ir; no me negué.

Bajé hacía casa y me senté en la acera.
Esperando apareció, y sin quererlo me puse a llorar... era la primera vez en un par de meses que lloraba conscientemente por él... le echaba tanto de menos...

Intenté disimular, pero no funcionó y se dignó a hablarme...

No tuve valor para nada, tan solo para decirle como estaba mi abuelo y por supuesto ocultarle que en ese momento por quién derramaba lágrima era por él...

Acabamos hablando de nuestro verano y en sus ojos vi como aún me quería pero miré a otro lado, no se lo merecía...

Por fin llegó mi madre, me levanté y con una valentía que me sorprendió a mí misma, abrí la mochila y se lo di; el regalo que le prometí de mi viaje a Estados Unidos, era un disco, pero no uno cualquiera, sino uno que deseaba desde hacía mucho tiempo y que solo se comercializaba allí en EE.UU.

Vi en su cara una mezcla de sorpresa y alegría, realmente creía que después de todo no se lo traería.
Me dio un gran beso en la mejilla y mil gracias, mientras yo notaba puñaladas en lo más profundo de mí...

"Lo siento me tengo que ir, mi abuelo me espera", fue lo único que me vi capaz de decirle para separarme de sus brazos.
"Tranquila, ánimo y mucha suerte, si quieres algo llámame" me contestó, y otro fuerte abrazo...

Me fui corriendo, para alejarme de allí, quería pasar la tarde con mi abuelo. En la habitación estábamos él, mi abuela, mi madre y yo. Pero ellas se fueron a comer y yo me quedé con él a solas...

No sabía cómo reaccionar, me había quedado con una persona que no sabía quién era, que para él era una completa desconocida, pero he de confesaros que fue el mejor momento en todo este último tiempo.

Él estaba sentado en la silla y desde que llegué me había agarrado la mano y la apretaba de vez en cuando como para darme a entender que no quería que me fuera, y allí me quedé, intentando hablar con él y contarle cosas.

Con la lágrima al borde, le conté que gracias a él yo desde hacía tiempo sabía que quería estudiar, le conté que ya estaba en bachillerato... Y mil cosas que se me fueron ocurriendo...

Me sentía un poco tonta hablando sola ya que no recibía respuesta alguna...

Además posiblemente sería la última vez que tendría esa ocasión para hablar con él, y en vez de decirle lo mucho que le quiero tuve la necesidad de hablarle de mi vida, de cómo iba, etc.

Cuando acabe pasó algo asombroso que todavía no le he contado a nadie; me soltó la mano y cuidadosamente y como pudo me acarició la cara, sinceramente creo que se dio cuenta de que estaba a punto de llorar, pero aun así continuó, y apoyándola en mi mejilla colorada, me dijo como pudo:

-"Que maja eres, la más maja de todas."

Yo inmediatamente sonreí, me mordí la lengua para contenerme y me puse a reír, él se relajó y volvió a agarrarme la mano.

Creo que no podía haber salido tan feliz de un hospital nunca.

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