*Luego no lo
sé, pero creo que ahora mismo estoy preparada para lo que tenga que pasar, creo
que podría aguantar ese último adiós...
Pero sé,
para que no estoy preparada, sé para que no puedo ser fuerte por más que lo
intente:
No puedo
llegar a casa y ver a mi tía, esa fuente de felicidad conteniéndose las
lágrimas a más no poder.
No puedo ver
como mi primo, ese que es todo un hermano para mí, está enfadado con el mundo y
se encierra en cualquier parte porque lo está pasando mal.
Y sé, por
encima de todo, que no puedo ver a mi madre llorando desconsoladamente, porque
simplemente, para eso no estoy preparada.
Todo esto me
ha hecho fuerte, sé que lo soy.
Soy capaz
de sonreír cada mañana y aguantar, soy capaz de no hundirme con tal
de ayudar a estas personas que tanto me importan, pero hay que admitirlo,
muchas noches me hundo llorando, lloro en que pasara después, en qué será
después...
En el
colegio no nos enseñan para actuar ante este tipo de situaciones, y creo que
voy bastante bien, pero tengo miedo...
¿Realmente
voy a ser capaz de ver a mi madre así durante un tiempo?
¿Y cuánto
durará ese tiempo?
¿Seré capaz
de ser yo su fuente de apoyo?
....
22.Septiembre.2011
Como todos estos últimos días salgo
del colegio y me encuentro con mi madre, la cual cada vez la veo más dolida,
y menos ella misma...
A pesar de que ya estoy con exámenes
parciales y todo, hoy mi madre y yo hemos querido tomarnos un poco la tarde
libre ya que creo que por parte de ambas nos lo merecemos, así que llamamos a
mi tía y nos fuimos a un bar del Burgo, en el pueblo, a sentarnos y relajarnos.
Una vez allí, todo era muy
raro, intentábamos hablar en general, pero... no era el momento así
que vimos que lo mejor era hablarlo, y desahogarnos entre las tres.
Resulta que esa mañana el médico,
había dicho que tan sólo había un 20% de posibilidades de que
mi abuelo aquel que estaba aguantando como un campeón, saliera del hospital...
No os podéis creer lo que en
ese tipo de momentos tan solo un 20 pueda significar tanto.
Mi tía María, la que tanto admiro, y
la que se sentaba a mi lado, era la pequeña de los cuatro hermanos, y la única
que a pesar de los lloros, mantenía la esperanza en ese 20 %, al contrario que
mi madre, la segunda mayor, que ya se iba haciendo a la idea; como yo.
Aunque cada uno podemos tener los
pensamientos que queramos, mi madre y yo veíamos como mi tía no se podía
imaginar lo que podía pasar, y estuvimos intentado que entrara en razón, pero
de nada sirvió...
Tras momentos incómodos de silencio,
donde nuestros pensamientos iban más allá de los recuerdos de mi abuelo,
aparecieron dos amigas de mi tía, y contándolas lo sucedido, se sentaron y
rápidamente estuvimos riendo y calmándonos...
*Ahora mismo me siento, sola, vacía
por dentro... Y se que el momento se acerca y no me creo capaz de saber actuar,
habrá que dejar que el tiempo decida...